toras

el fresno

de generación en generación

En un pequeño pueblo perdido en la meseta castellana, una tradición ancestral ha pasado de generación en generación sin que nadie conozca su origen, considerada Bien de Interés Cultural.

Los más ancianos del lugar cuentan que la tradición ha existido desde siempre, y que cuando ellos eran niños ya se celebraba de forma muy parecida a la actualidad. Aunque no se ha encontrado documentación antigua que hable de ella, todos parecen coincidir en que se hace en honor a San Antón, el patrón de los animales.

asustar y acornar

Las Toras son los personajes principales de esta tradición y su misión principal es asustar y «acornar» a todo aquel que se cruza en su camino. Su indumentaria consta de un saco de arpillera que cubre su cabeza y tronco, piernas cubiertas con sacos de papel sujetos con cuerdas y cuernos de vaca que llevan en las manos.

Las Toras recorren las calles del pueblo en silencio, sin hablar y comunicándose por gestos para no ser reconocidos por nadie.

noche de hoguera y rondas

La noche del 16 de enero, se enciende una gran hoguera en la plaza del pueblo y los jóvenes se congregan alrededor de ella para pasar una noche de fiesta y diversión. Desde la hoguera y durante toda la noche, se hacen rondas tocando los cencerros por las calles, lo que hace que el sonido de estos instrumentos resuene por todo el pueblo. Esta tradición se ha mantenido a lo largo de los años con mayor o menor número de participantes dependiendo de si el día de San Antón cae o no en fin de semana.

Y aunque Las Toras dejaron de salir a las calles durante unos años, gracias a la iniciativa de los jóvenes del pueblo, esta ancestral tradición se sigue celebrando cada año en el fin de semana más próximo a San Antón.

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